🎩 Sobre mí

Soy mago por culpa de una inglesa, el tofu y Google.

A los siete años mi madre me plantó encima una excavadora con teclas que luego descubrí que se llamaba acordeón.

No entendía nada. Mis padres son manchegos, no rumanos.
Pero oye, se me dio bien.

A los quince ya tenía el título de profesor de acordeón en el conservatontos.
Luego vino la carrera de piano, unos años de contrabajo y la sospecha de que aquello iba en serio.
Y fue en serio.

Toqué con La Orquesta Mondragón, Revólver, Radio Tarifa, Rafael Amargo…
Compuse bandas sonoras, trabajé en El Teatro Clásico Nacional y La Zarzuela.

Todo en orden. Todo correcto.
Hasta que la vida, que es una bromista, me cambió las cartas.

Vivía con una inglesa en Lavapiés.
Un rollo hippie, ya sabes: incienso, tofu y arroz integral.

Un día, la inglesa me dijo:

“Hay un buscador nuevo que se llama Google.”

Yo, curioso de nacimiento, busqué “Clases de magia.”
Y… charaaaaan:
la escuela de Tamariz estaba al lado de casa.

Entré.
Y salí convertido en otra cosa.

A los 35 monté mi primer espectáculo para niños: “El Globo Feroz.”
Tardé un año, me dejé diez mil euros y la espalda,
pero encontré mi sitio en el mundo.

Desde entonces no he parado.
He hecho música desde el metro de Madrid hasta el Town Hall de Nueva York.
He girado por media Europa y hasta por Japón con una compañía de flamenco.

Y aun así te lo digo claro:
no cambio el Town Hall de Nueva York por actuar en Móstoles con un espectáculo mío.

Porque cuando lo que haces lleva tu huella,
ya no hay escenario pequeño.

Hoy sigo aquí:
haciendo magia, música y ruido.
Desde el cóctel de una boda hasta un teatro lleno.

Porque lo mío no va de trucos.
Va de miradas que se abren como niños.
Va de eso que nadie sabe explicar
cuando la ilusión aparece… y desaparece.

Me flipan los niños.
Y los adultos con brillo en los ojos.

Por cierto, la inglesa me dejó.
Yo dejé de hacer el hippie,
de comer quinoa y arroz integral.